28.10.07

ESCALA x3. ESPACIO DOMÉSTICO-ESPACIO PÚBLICO

#04.CASA DE TOLEDO

00.. Estructuras, espacios y procesos urbanos invisibles.

La ciudad, independientemente de su composición clásica y dicotómica en espacio público y privado, de su estado convencional como espacio funcional y relacional habitado, esconde escenarios y componentes invisibles claves en su construcción:
+relaciones y gestiones (con otros espacios físicos, económicos y virtuales, con otras escalas locales, regionales, nacionales o globales).
+procesos (su propia construcción -no directamente habitable-, su digestión y respiración -energética y material-, su circulación -o transporte de recursos y habitantes- o su excrección -o eliminación de residuos antrópicos-)
+espacios (descampados, sistemas subterráneos y aéreos-herzianos, zonas de procesado, cementerios, áreas de impunidad...).

¿Cómo y qué hacer visible en 3 escenas? (o cómo sacar 3 $ en una máquina tragaperras)

Primero, el lugar: el Vertedero o espacio de procesado de residuos urbanos para su reciclaje y eliminación (en España actualmente se recicla el 36% del vidrio utilizado, el 50% del papel, el 39% de metales y 20% de plásticos, valores todos por debajo de las prescripciones UE; en Toledo los índices de reciclaje son aún menores. El resto, orgánicos y no clasificados, se acumulan mediante procesos de enterrado estimándose su tiempo de geo-asimilación y desaparición en años).

Segundo, el objeto: son residuos domésticos, muebles, el elemento que seleccionamos como protagonista material a través de una segunda vida (life extensión). Ponemos en cuestión y relación conceptos como vida útil de la materia, reciclaje-reutilización-sostenibilidad o patrones de consumo.

Tercero, la acción: a través de la selección y recogida personal de los objetos de los que nos apropiamos, del registro del evento, y de su transporte y almacenaje, comenzamos a desvelar una re-vinculación de nosotros mismos como ciudadanos con productos procedentes de hogares de Toledo y con un espacio urbano no evidente de la propia ciudad.


01.. Reciclaje en el concepto de espacio público: acción y coacción.

El potencial social, relacional, expresivo y lúdico del espacio público va mucho más allá de la mera función conectiva de espacios o esferas privadas (1). ¿Pero están adaptados los espacios de nuestras ciudades a una fenomenología abierta, o dicho de otro modo, permiten la diversión y la novedad individual o colectiva del usuario en ellos?

En el fondo lo que planteamos es comprobar si tiene sentido en Toledo un posicionamiento que cuestione el control de la identidad del usuario tanto en el espacio público como en el no lugar (2). ¿O acaso lugares toledanos antes públicos se han pervertido?: ¿cuánto cuesta entrar en la catedral, entramos a rezar, a misa, o han cambiado las pautas de identidad y relación incluso ahí? ¿cómo nos mira la policía municipal si tomamos el sol en hamacas playeras de flores en medio de la plaza del Ayuntamiento? ¿el espacio turístico está adaptado o condicionado para el evento espontáneo e intercultural o es precisamente un contexto especialmente dogmático y domesticador?

Ante el temporal de dudas urbanas decidimos viajar desde el espacio público consolidado y rastrear nuevos territorios para una relación ciudadano-ciudad más directa, polisémica y jovial. Podemos llamarlo “Disponibilidad y colonización efímera del espacio natural periférico de la ciudad”.

La acción, “construir una casa pública a partir de la reutilización de objetos domésticos procedentes de los hogares de Toledo”, permite fundamentalmente a partir de “hacerlo”, hablar de otros temas como espacio doméstico, acceso a la vivienda, crecimiento urbanístico, segunda vivienda, conciencia de sostenibilidad de la ciudad...cuestiones que nos afectan en nuestro día a día. Inevitablemente.

(1) Nos referimos a un brillante fragmento del recomendable libro que adjuntamos al final de esta entrada de: Manuel Delgado, “Sociedades movedizas. Pasos hacia una antropología de las calles”, pp. 50-52. Anagrama, Barcelona, 2007.
(2) Ahora citamos otro fragmento clave y que también incluimos posteriormente de: Marc Augé. “Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad”, p. 83 y 106. Gedisa, Barcelona 2006.


02.. La casa como mobiliario.

Casa (del latín “casa”, choza)= edificio, mobiliario, régimen de vida. (RAE)


El mueble como interlocutor entre el individuo y la arquitectura (3). El mueble como objeto de inmediata e íntima relación para la adaptación personal al espacio, ambiente, programas y necesidades domésticos. El mueble como objeto de identidad personal. El mueble como elemento altamente reutilizable-reencarnable.

Nos parecen interesantes y estimulantes exploraciones de artistas como Adam Dade-Sonya Hanney, Sarah Sze, Do Ho Shu o Amparo Garrido en torno a la materia y al objeto cotidiano y casero, configurando obras y recreaciones de ambientes que podrían percibirse o sentirse hiperdomésticos.
De izq. a der. obras de Adam Dade-Sonya Hanney, Sarah Sze, Do Ho Shu y Amparo Garrido

(3) Marc Augé. “Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad”, op. cit. p. 111.

03.. Pruebas de un delito (o monumento para una ciudad más limpia)

Tótem (del inglés tótem, y éste del algonquinco “nin-totem”)= 1. objeto de la naturaleza, generalmente un animal, que en la mitología de algunas sociedades se forma como emblema protector de la tribu o el individuo. 2. Emblema tallado o pintado, que representa el tótem.


Reflexión: ¿qué hacemos exactamente, qué protocolo seguimos? Está claro: planteamos un enunciado relacionado con alguna inquietud arquitectónica (o conjetura o reto o tema para un evento)... lo lanzamos, pretendiendo una participación directa o indirecta de Toledo, dicha acción genera unos productos o reactivos (sonidos, imágenes, mensajes...), posteriormente filtramos y manipulamos todo el material obtenido, dando forma a una obra con la voz de la ciudad y una intención personal (resultado tan importante como el resto del proceso, aunque casualmente más permanente). Con este proceso pretendemos devolver un mensaje estimulante a la ciudad que por una parte la sumerja en la disciplina arquitectónica y por otra dé un papel más interactivo al ciudadano como tal y como visitante de una sala de exposiciones pervertida.

En este caso: tomamos de Toledo objetos caseros que ya no usa; los manipulamos generando primero un espacio doméstico descontextualizado, lo registramos. Posteriormente todo el material adopta una nueva configuración en la sala ECAT, donde se hace visible el origen y el camino recorrido por cada mueble recuperado hasta su nueva ubicación en un objeto que llamamos tótem.


Este tótem (objetual, doméstico, algo maquínico -podría tener aspecto de “proto-Transformer”: un ancestro casero de “Optimus Prime”-), pretende reconectar al observador con su propia casa o espacio doméstico, con sus objetos más íntimos, pero también con procesos globales de producción y destrucción. Podemos entender el tótem en su acepción más estricta, como un emblema representativo de un espíritu protector y sostenible de nuestro hogar y nuestro entorno a través de posturas como la reutilización o el reciclaje.



04.. El placer de lo inesperado (los caminos tortuosos y los anexos en el tintero)

Las ideas pueden materializarse de forma mestiza y mutante: hechos como un presupuesto muy limitado, un apoyo institucional relativo respecto al planteamiento de aspectos de un proyecto que precisamente trata de activar la ciudad en su ámbito más público, o negativas legales a eventos y usos del espacio urbano distintos al orden socioeconómico imperante basado en la imagen-turismo-limpieza del Casco de Toledo, incluso intervenciones y coacciones policiales a la acción en su última versión realizada, han mostrado en el desarrollo de este evento hasta qué punto es crítica hoy la relación entre el ciudadano y su ciudad en ámbitos esenciales como libertad-prohibición, derecho-deber o uso-juego.

Hay ideas que quedan latentes para otra ocasión, por ejemplo:
¿podríamos personalizar el origen de cada objeto-residuo de una ciudad, identificar qué se tira en cada barrio, cómo y quién habita la casa de cada objeto?
¿podríamos descontextualizar el espacio doméstico-mueble en un espacio público denso?¿podría este espacio desvelar nuevas conductas en la fractura entre lo público y lo privado?¿podría ser escenario para nuevos eventos urbanos?
¿se podría dar una nueva vida a todos los objetos domésticos recuperados en la acción mediante su regalo final a nuevos propietarios?¿se podría seguir la pista de los mismos y descubrir sus nuevos usuarios y dueños?

Todo es parte de lo que ponemos sobre nuestra mesa y la de tu casa.

Textos:

UN ESPACIO ENTRE ESPACIOS
Contrastando con la verdad estructural que debe presidir las relaciones en el seno del hogar o de sus sucedáneos, el sentido común práctico que organiza el exterior genera micro-unidades sociales de índole situacional y reguladas por normas endógenas, formas de cooperación automáticas entre cuerpos y apariencias. ¿Cómo es posible esa vida urbana entendida como práctica y organización de los trayectos-sucesos, del puro y mero acaecer, cuyo escenario es la calle, lejos y en buena medida de espaldas a la actividad institucional que tiene lugar en el interior de los contextos construidos que la flanquean? En el exterior urbano –que viene a ser como una especie de líquido amniótico- los concurrentes buscan y encuentran guiones provisionales que consideran propios en tanto que apropiados. Ese espacio moviente está dividido en tantos espacios como presentes o grupos de presentes. Es, por tanto, patrimonio de quien lo posee sino de quien lo ocupa para usarlo y sólo en tanto lo usa, puesto que allí la propiedad es –o debería ser- inconcebible y sólo se da como una dinámica infinita de colonizaciones transitorias.

Se hable de una esfera de y para prácticas y saberes específicos, al servicio de una organización singular de la coexistencia basada en la carencia de lugar.

En la vivienda se vive, en efecto. Buena parte de lo que más cuenta tiene lugar en su seno. En la vivienda uno puede realizar el derecho que le asiste a tener una vida privada, intimidad, refugio físico y moral, lugar para la higiene, el descanso, el ocio, la sexualidad, la cocina... No se espera que fuera, en el exterior que hay que atravesar para ir de un volumen edificado a otro, tengan lugar cosas realmente importantes. Mero lugar de paso, con lo que allí se da es con una estructura práctica y que se desarrolla en una multitud de actividades presumidas como menores y co-protagonizadas por actores secundarios. A pesar de que ese espacio entre espacios, puro intersticio al fin, no está previsto para que en él suceda algo estratégico, lo cierto es que podemos contemplar cómo allí surgen ciertas operaciones, ciertos procedimientos, ciertas acciones y relaciones que implican un determinado orden social sorprendentemente complejo, conformado por conductas relativamente pronosticables que resultan comprensibles o cuando menos intuibles para quien las constituye momentáneamente. Esas secuencias de acción que vemos desplegarse en la vida social en las aceras son –aunque no lo parezca- fenómenos integrados y reconocibles, sociabilidades minimalistas inicialmente anodinas, pero que pueden experimentar desarrollos inéditos y determinantes.

Rotas o debilitadas las amarras que atan a cada cual en y con su lugar, sin el amparo de techos y paredes, la relación pública se descubre ahí fuera como lo que es: una posibilidad espacial realizada. El exterior de la vivienda es entonces un espacio potencial que existe en tanto que diferentes seres humanos más bien extraños entre sí se abandonan en él y a él a la escenificación de su voluntad de establecer una relación que puede ser mínima, pero que puede alcanzar niveles inesperados de intensidad.


Manuel Delgado, “Sociedades movedizas. Pasos hacia una antropología de las calles”, pp. 50-52. Anagrama, Barcelona, 2007.

EL LUGAR ANTROPOLÓGICO
Jean Pierre Vernant muestra bien, en su libro “Mytee et pensée chez les Grecs”, como, en la pareja Hestia-Hermes, la primera simboliza el hogar circular situado en el centro de la casa, el espacio cerrado del grupo replegado sobre sí mismo, y de alguna manera la relación consigo misma, mientras que Hermes, dios del umbral y de la puerta, pero también de las encrucijadas y de las entradas de las ciudades, representa el movimiento y la relación con los demás. La identidad y la relación constituyen el núcleo de todos los dispositivos espaciales estudiados clásicamente por la antropología.

DE LOS LUGARES A LOS NO LUGARES
El no lugar.
Si un lugar puede definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse ni como relacional ni como histórico, definirá un no lugar.
En cierto modo, el usuario del no lugar siempre está obligado a probar su inocencia. El control a priori o a posteriori de la identidad y del contrato coloca el espacio del consumo contemporáneo bajo el signo del no lugar: sólo se accede a él en estado de inocencia. Las palabras casi no cuentan. No hay individuación (derecho al anonimato) sin control de la identidad. Naturalmente, los criterios de la inocencia son los criterios convenidos y oficiales .

La casa.
El personaje está en su casa cuando está a gusto con la retórica de la gente con la que comparte su vida. El signo de que se está en casa es que se logra hacerse entender sin demasiados problemas, y que al mismo tiempo se logra seguir las razones de los interlocutores sin necesidad de largas explicaciones.

Marc Augé. “Los no lugares. Espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad”, p. 111. Gedisa, Barcelona 2006.

1 comentario:

Sientese.tk dijo...

http://www.sientese.blogspot.com/

http://www.makeatuvida.blogspot.com/


nos encanta el toledo que habeis "creado" !!!
:)